El Vendedor de Tierra vuelve nuevamente del horizonte. Hoy podemos decir que nuestro compromiso se resume en dos palabras: gratitud y difusión. La primera justifica a la segunda pues tratamos de restar “intermediarios” entre esta revista, que es un fin en sí misma y el lector.
A una altura de verdad el arte no tiene moneda de cambio. En nuestro caso también es una actitud de convocatoria como convicción de unión. Por eso la poesía regional no responde a una mera postal turística sino a un acercamiento más íntimo, a una transparencia de radiografía.
En estos tiempos de indudable crisis valorativa respecto a la literatura, damos el segundo paso. Dicha situación quizás no sea un obstáculo, más bien una arma que nos permite elevar nuestro trabajo a los impulsos de los ideales.
Publicado en EVT, Año 1, N° 2, Otoño de 1996
Categorías:Editoriales, EVT Nº 02