CELEBRACIÓN DE LA INFANCIA
Yo celebro. Celebro y danzo
bajo la númida capa de lo eterno.
Escucho el silbo del verde olor
de mis días natales:
escucho cómo gira la rueda de la noria
y cómo lo inasible crece en las espigas.
Y yo celebro. Celebro el diálogo del cordero
y las hojas del esparto.
Sobre el arcor de mieses cae lento
el ruido de los remos que golpean
las aguas de la noche.
Cantan las hojas y el viajero
por vez última oye el canto de los gallos,
mientras la esposa borda su nombre
en las doradas árguenas.
Lejos, un perro aúlla y un ala del día roza
la ventana.
Mas yo celebro, celebro y danzo al son
de las flautas oscuras que apagan el oro del otoño.
Pues ¿qué es lo cierto, y qué es el júbilo del niño ciego?
¿Y de quién es la trampa y el juego del viento vagabundo?
La fuente de ayer mana cerca de una tumba
y un árbol crece en la mano abierta de la tierra.
Soñamos,
soñamos y las aguas de la infancia
se cierran por encima de nuestras cabezas
como un cúpula astral.
(De Puertas al mundo, 1960)
DONDE SÓLO SE HABLA DE AMOR
A los hombres, a las mujeres
que aguardan vivir sin soledad,
al espeso camaleón callado como el agua,
al aire arisco (es el aire un pájaro atrapado),
a los que duermen mientras sostengo mi vigilia,
a la mujer sentada en la plaza vendiendo su silencio.
En fin, diciendo ciertas cosas reales
en una lengua unánime, amorosa;
a los niños que sueñan en las frutas
y a los que cantan canciones sin palabras en las noches
compartiendo la muerte con la muerte,
los invito a la vida
como un muchacho que ofrece una manzana,
me doy fuego
para que pasen bien estos días de invierno.
Porque una mujer se acuesta a mi lado
y amo al mundo
(De Espejo humeante, 1968)
CONTRA LA SOLEDAD
Estoy a boca y llanto sometido
a abismos silenciosos como peces,
y tú, mi hora y señal, solo enterneces
el polvo que ya tengo compartido.
¿Qué diente hambriento, agudo, se me ha hundido
que repite su hazaña tantas veces
como minutos, días, años, meses,
mi piel a dentelladas la han tejido?
Colgando de mis huesos van las horas.
Sólo amando a mi pueblo he de perderte,
oh soledad, que fiel, todo coloras.
Señas me dejarás, más no en tus redes
he de dormir herido. Si he de verte,
fuera de ti he de estar aunque te quedes.
(De Espejo humeante, 1968)
OBOE NOCTURNO
Nos lo dijo la noche reclinada como una mujer vieja
En aquella colina:
Partimos la soledad como el pan más amargo.
Y aun así hemos seguido viviendo.
Callamos puertas, deshojamos muros,
Nadie nos vio correr tras el último tranvía de la noche.
Repasé caminando las palabras de arena
Que les dije en el bar a los amigos,
Y era mi boca la boca del silencio
Mordiendo aquellas cosas.
(Me custodia la ira con su puño de rejas,
Con el sonido extinto de la sombra. Después,
Mi tardo andar imita la dirección de un río
O el camino de hormigas alrededor de un árbol.)
Leo un anuncio de neón
Que besa obscenamente la espalda de una estatua,
Alguien hace el amor
Y el mundo es más hermoso,
Y es cierto que el sereno ronda su última vuelta
Porque yo empiezo a ser testigo de los sueños.
A estas horas hay muchos hombres que van y vienen
Alegres, preocupados, en el medio de la calle
O avanzando contra un muro.
Es la hora en que la fiebre sube a los enfermos
Como una hiedra sonámbula y flotante.
Con los ojos fijos la música de un viejo cabaret
Madura lentamente el deseo,
La quemadura busca querencia en la ceniza,
Y recuerdo que es jueves
Sólo por darle un nombre al tiempo.
Los silbatos de las fábricas cercanas
Me traen preocupación y frío,
Y me duele la noche y el auto que frena de repente
Y el llanto del recién nacido.
Lo ordena el viento oscuro
Para que tú recibas las balas
Del guerrillero fusilado,
Para que ames
Aun desangrando en luto.
Y grita.
Grita con toda tu piel como si fuera
La lengua del mar mezclada con la noche.
O aún mejor: ponla tensa como un tambor que suene
Y despierte a los hombres.
(De Escribo en las paredes, 1960)
PERVERSIDAD DE LA SEPARACIÓN
desautorizo
mi ternura /
vuélvanse
mis ojos
turbulencia /
pido castigo ejemplar
a mis palabras.
al alba
quito la escalera
para que ninguna luz
suba a las ventanas /
que sea
irreflexiva
como un perro
mi bondad
que en los charcos
sean glorificados
mis instintos
que la vida tropiece
y su pie herido
sea mutilado.
desautorizo
a mi sangre
y a mi sexo /
y para mis oídos
toda voz /
toda vez
toda sombra
todo siglo
sea mi espalda
una sábana
árida.
la ausencia es una unión definitiva.
Todo
Tengo prohibido:
incluso la amargura.
(De Destino arbitrario, 1982)
los poemas son muy bonitos
Gracias por tu comentario, Ana. Saludos!