Por María Teresa Andruetto
En los primeros años pos dictadura empecé a viajar por la provincia y a provincias vecinas para dar cursos y talleres. Creo que fue en una librería de Santa Fe donde me encontré con un ejemplar de El Vendedor de Tierra, editado por la Dirección de Cultura, de Salta en 1981. Ya se sabe, a Regen se lo debe consumir en pequeñas dosis. Amor/dolor a primera vista, los poemas tremendos de ese libro fueron disparadores en los talleres de escritura que tuve y quienes pasaban por ahí escribieron a partir de ellos sobre sus dolores, su desolación. En algún momento de los noventa, en una conversación de pasillo, Antonio Requeni me preguntó qué poetas me gustaban, yo nombre a Regen y él me recordó: lo premiamos nosotros. También en los noventa, Alejo Gonzalez Prandi comenzó a enviarme por correo la revista que lleva el nombre de su poema extraordinario. Susana Rodríguez, amiga que vive en Salta siempre me ponía noticias de él, seguí por Silvia Katz (quien hizo las ilustraciones de interior) la edición de su poesía reunida Umbroso mundo. Hace unos pocos años me ilusioné con ir a escucharlo al patio del cabildo cordobés, en una de las ediciones del Festival de Poesía de Córdoba, pero a último momento desistió de venir. Me sé unos cuantos poemas suyos de memoria; no voy a hablar del que da nombre a este sitio, un poema que nadie que haya leído tan solo una vez, podría olvidar. Toda su breve obra me conmueve hasta el hueso, pero cuando llego a las líneas finales de Despedida, Luego me fui ladrando, /perro del perro mío. De mi perra, tengo que salir de los libros, ir al patio, hacer otra cosa.
Despedida
Han llorado
mi perro y su cadena.
Junto al ciruelo de hojas
y de frutas bermejas
ha llorado mi perro
porque lo acaricié con todas mi ausencias.
Luego me fui ladrando,
perro del perro mío. De mi perra.
(De El Vendedor de Tierra, 1981)
* Poeta
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