Una lectura de Stařenka, de Natalia Leiderman
Stařenka (Caleta Olivia, 2019) quiere decir viejita en checo, quiere decir cómo vio Natalia Leiderman a su abuela paterna, a esa señora que había marcado un límite, tal vez impreciso, pero que señalaba el lado donde había quedado y el lado donde para ella estaban los demás.
Stařenka es –al menos para este lector- la viejita que comía chocolates con tanta verdad, como dice Pessoa en Tabaquería: “(Como chocolates, pequeña:/ ¡Come chocolates!/ Mira que no hay más metafísica en el mundo que los/ chocolates./ Mira que las religiones todas no enseñan más que la/ confitería./ ¡Come, pequeña sucia, come!/ Pudiese comer chocolates con la misma verdad con que/ tú los comes!/ Pero yo pienso y, al tirar el papel de plata, que es hoja de/ estaño,/ echo todo al suelo, como he echado la vida.)”.
Stařenka es también el desafío de saber acercarse a la poesía de Leiderman, contundente como un golpe seco en la cara, aunque escurridizo como agua, sólo persistente en la zona vital, en la inversión del amor, en donde se sabe que un poema es una sablazo y nos cambia para siempre una percepción sobre el mundo o sobre aquello que se legitima en la rutina y que la poesía se encarga, al menos, de cuestionar, cuando no de destruir.
Stařenka es también lo que “va a aparecer”. Leer a Leiderman es volver sobre una creencia mayúscula: la poesía no renuncia a su visión, a las palabras que destejen los hilos secretos, a su verdad más extrema, feliz, dolorosa o agobiante.
Stařenka, viejita, funciona sin intermitencias en su destino de revelación, lo que no es poco en tiempos de oscuridad.
.
después de un mes le volví a preguntar
por algunas palabras
quería saber cómo se decía vida
cómo se decía gato
cómo se decía dios
se quedó pensando
cerró los ojos, es decir
cerró un ojo completamente
y el otro a medias
y como si entrara en un cuarto
después de un bombardeo, buscó
pero no pudo encontrar nada
y me pidió que la dejara sola
las palabras que yo quería no volvieron
pero cuando cenábamos, de pronto
salió del cuarto en ruinas
con un tesoro pequeño
me dijo:
stařenka significa viejita.
.
cuando entré al cuarto ya me habían contado
que parecías dormida
pero no me fue suficiente
esa comparación
pensé en otras cosas comunes:
envases
cáscaras
caparazones
igual, no pude entenderlo
la piel descansaba en tus huesos
como una masa húmeda
como la ropa que cuelga, tirante,
por el peso del agua
algunos te tocaron
la frente o los hombros
incluso con liviandad
te acomodaron el pelo
yo te miré fijo
por varias horas
miré cuando te levantaron sin gracia
y miré cuando te rodearon de tul blanco
y te guardaron
pero tocarte, eso fue imposible
temí que te desarmaras
pero más temí que abrieras los ojos
como luces de emergencia
y me dijeras: Natalia, por dios
esto también va a aparecer
en tus poemas?
Categorías:Alejo González Prandi, Libros, Poetas